Después de más de 35 años de haber ejercido la profesión docente en escuelas de gestión pública, aún recuerdo que siendo muy chiquita jugábamos con mi hermana gemela a ser maestras, en un pequeño refugio que improvisábamos en nuestra vivienda situada en zona rural. Con el paso del tiempo ese sueño se hizo realidad para ambas; en el año 1981 egresé como Profesora Normal Rural para la Enseñanza Primaria, desde entonces, mi vida dedicada a la docencia ha sido intensa, tanto en escuelas en contexto rural como en contexto urbano. Se precipitan entre mis recuerdos, imágenes de profunda amorosidad, con grandes satisfacciones en el plano personal y profesional, aunque con permanentes desafíos pedagógicos, en términos de posibilidades, derechos, confianza y apropiación de saberes. Actualmente estoy jubilada, pero la apuesta por la enseñanza sigue viva; me acompaña inquebrantablemente esta idea de continuar construyendo un por-venir común, que indefectiblemente requiere de encuentros, en los que podamos pensar juntos la tarea educativa, por tanto, los invito a formar parte de un travesía de reparto de algunos signos, que a mi gusto se avizora potente y provocadora.